
Seis siglos han configurado la Semana Santa de Cieza como un hecho complejo, en el que cada Procesión está dotada de un espíritu único e irrepetible, de tal manera que es preciso vivirla en su conjunto, con la intensidad de cada momento.
Las Procesiones de Cieza hunden sus raíces en el siglo XV, lo que las equipara en antigüedad a cualesquiera otras manifestaciones Pasionales, al tiempo que difieren notablemente, por su concepción y ejecución diversa, del resto de expresiones de religiosidad popular vigentes en el sureste español.
Dieciocho Cofradías inician las celebraciones Domingo de Pasión (Convocatoria, Procesión de los Estandartes, Pregón y Concierto). Los primeros Traslados el Viernes de Dolores y el Sábado víspera de Ramos darán paso al Domingo de Ramos: mañana abarrotada de palmas para recibir a Jesús en su entrada a la Jerusalén ciezana; tarde en la que miles de corazones henchidos trasladan desde su Ermita a su Señor y Protector, el Cristo del Consuelo.
También es el pueblo penitente el que sale a la calle Lunes Santo para acompañar al Cristo de la Sangre en su Vía Crucis procesional; la noche del Martes saca a la Plaza Mayor el Auto del Prendimiento y la Procesión del mismo nombre; y la del Miércoles traza un recorrido por las escenas claves de la Pasión.
El Jueves Santo invita al recogimiento y a la reflexión con dos Procesiones: en esa tarde de mantillas la de los Hijos de María; a las doce en punto de la noche la sobrecogedora Procesión del Silencio. Viernes Santo por la mañana saldrá la Procesión del Penitente; por la noche, con todo lujo y esplendor, la Procesión del Santo Entierro, y en plena madrugada, la más austera y medieval de todas, la del Descenso de Cristo a los infiernos.
Finalmente en la mañana del Domingo de Resurrección nuestra Semana Santa abandona sus matices más dramáticos para tornarse explosión de júbilo y color en el "Baile de los Santos" y en "La Cortesía".
Pero la Semana Santa de Cieza es mucho más: es el variopinto diseño y colorido de su vestuario, son sus marchas y pasodobles, los escultores, tallistas, orfebres... que se asoman detrás de cada Paso, detrás de cada báculo, farol o estandarte; es la "caracola" de los "Armaos", los populares "Traslados", los Desfiles infantiles, y el vaivén inconfundible de nuestros Anderos que con sus hombros elevan los Pasos hasta el cielo. Imágenes y momentos, todos ellos, para recordar que hay un camino trazado hacia nuestra ciudad: el que cada año, cada primavera, conduce a Cieza por su Semana Santa.
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